Días de vértigo. Pasan las horas y ni me entero, creyendo que apenas se han movido unos minutos. Los ojos pegados a la pantalla del ordenador, durante horas, horas, y horas. Empiezo a notarme cansada de verdad, necesito encontrar algún hueco para correr, o moverme de algún modo antes de quedarme soldada al sillón de oficina, pero no hay tiempo. Hay cosas buenas en marcha que tenemos que hacer bien para que echen raíces y crezcan fuertes, y cada segundo dedicado a ellas es tan valioso, que no piensas en nada más. Ni siquiera los fines de semana.
Pero de cuando en cuando hay que parar un momento, respirar hondo, y mimarse un poco. Aunque sólo sea un poco. Y en casa, eso lo hacemos con la comida. Como muchos de vosotros. Así que en medio de esta vorágine, el risotto es como un bálsamo no sólo para el estómago, sino también para el alma.
Es uno de esos maravillosos ejemplos de slow food. Algo hecho con mimo y atención, pero tan sencillo que está al alcance de todos. La simplicidad de sus ingredientes no suponen, al contrario, una simplicidad de sabores. Ahí están los aromas del caldo, la mantequilla, el parmesano… y ¡ooohhh! el boletus. Si llevara trufa ya sería un sueño.
Ingredientes
- 400 g de arroz
- 100 g de cebolla
- 150 ml de vino banco
- 300 g de boletus
- 70 g de mantequilla
- 1,5 l de caldo de pollo
- 90 g de parmesano
- Un poco de perejil para espolvorear
Elaboración
Poner a calentar el vino y el caldo en cazos separados.
Cortar la cebolla muy fina, y pocharla con la mantequilla hasta que esté transparente, sin dejar que se dore.
Limpiar los boletus y cortarlos en láminas. Añadirlos a la cebolla y saltear ligeramente.
Añadir el arroz, removiendo un poco (no más de dos minutos).
Añadir el vino hirviendo, y dejar evaporar un poco el alcohol.
Ir añadiendo el caldo poco a poco, también hirviendo para no cortar la cocción. Un cacillo cada vez, hasta que el arroz absorba el líquido y pida más. En total llevará unos 18 minutos de cocción, en los que tendremos que estar pendientes del arroz e ir removiendo con cariño a medida que lo vamos hidratando.
Cuando esté listo, añadir el parmesano y una nuez de mantequilla, remover y servir, espolvoreando por encima un poco de perejil muy finamente picado.
Debe estar conectado para enviar un comentario.