Ésta es una técnica de cocina que, si se siguen al pie de la letra todos los pasos, es sencilla y se hace en un momento. Y las claves son pocas y sencillas:
a) Grasa: debes elegir una nata que tenga entre el 35 y el 40 % de materia grasa. La grasa es la que ayuda a que la nata monte, con lo que si usas nata para cocinar, al 17 %, el resultado nunca será el mismo.
b) Temperatura: La palabra que debes mantener en tu mente en todo momento es: FRÍO. Es imposible montar nata si la grasa que compone se calienta. Para ello, es tan fácil como meter la nata media hora antes en el congelador, así como las varillas que vayamos a usar. Y si nos cabe el vaso de la batidora (siempre de cristal o metálico) en la nevera, mejor. Si no, en invierno, lo podemos dejar en el balcón, cubierto para que no se ensucie, y hará un buen papel.
c) Potencia: Por otra parte, es necesario o bien un stand mixer (Kitchen Aid, Kenwood, Bomann, etc.), o bien una batidora de repostería de doble varilla. Montar nata a mano es bastante duro, pero si te atreves, te recomiendo que metas el bol donde pongas la nata en otro más grande de agua con hielo, para no permitir que suba la temperatura en ningún momento. Y la realidad es que el resultado es mejor que con una batidora eléctrica, ya que coge más volumen.
d) Tiempo: Cuando montas nata, debes quedarte mirando. Así de claro, a menos que quieras mantequilla. La nata tarda muy poco tiempo en montar, normalmente no más de 4 minutos, y te darás cuenta de cuándo está lista cuando la veas firme y se empiece a ver un ligero brillo en su superficie. Es el momento de parar, ya que si seguimos batiendo obtendremos mantequilla. Así que, si ves que te has pasado y salen grumos, sigue batiendo hasta tener una mantequilla homogénea, estrújala bien para eliminar todo el líquido, y guárdala en un tarro en la nevera, para disfrutarla con unas buenas tostadas.
e) Estabilidad: Si no vamos a consumir la nata en el momento, es probable que acabe perdiendo cuerpo, por lo que es recomendable usar estabilizadores, que ayudarán a que la nata no se baje y se mantenga consistente. Esto es particularmente importante cuando rellenamos bizcochos, roscones o cualquier tipo de pastel.
Método para montar la nata
Teniendo todo esto en cuenta, dispón los utensilios e ingredientes (entre 60 y 75 gr de azúcar glace por cada 250 ml de nata, según seas más o menos goloso) bien fríos sobre la encimera.
Pon la nata en el bol y empieza a batir (del 1 al 9, elige la potencia 6). Cuando empiece a tomar consistencia cremosa, añade el azúcar poco a poco y continúa batiendo sin dejar de vigilar. En cuanto veas que está consistente y empieza a brillar, ya está lista.
Puedes aromatizar con media cucharadita de extracto de vainilla.
Cómo estabilizar la nata montada
Si quieres que la nata te dure en perfecto estado un par de días en la nevera, y no pierda consistencia, hay varias formas, pero las más fáciles son las siguientes:
a) Con gelatina neutra en polvo: puedes usar entre ¼ y ½ sobre por cada 250 ml, dependiendo de cómo de consistente quieres que sea. Para ello, pon la gelatina en una taza con un poquito de agua, para que la cubra, y calienta en el microondas según las instrucciones que vengan en el sobre. Añádela a la nata cuando eches el azúcar.
b) Con estabilizante de nata, que puedes encontrar en tiendas especializadas para hostelería y por internet, como por ejemplo en María Lunarillos. También lo tienen en algunos supermercados de Aldi y de Lidl.
c) Con leche en polvo: añadir una cucharadita por cada 250 ml de nata.
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