Y este es el último artículo sobre los restaurantes que visité en mi pasado viaje a Londres. Me da que alguno me dejo en el tintero, pero ya aparecerá cuando menos me lo espere.
Carluccio’s (Garrick Street, Covent Garden, WC2E 9BH). Cuando te pateas el West End puedes acabar realmente perdido a la hora de elegir dónde comer. Parálisis por análisis, hay tantos sitios que es complicadísimo elegir uno. Tras pasar por Covent Garden y ver que se nos echaba la hora de comer encima, nos encontramos en una calle abarrotada de bares y restaurantes, pero mira tú por dónde, fuimos a parar a la puerta de Carluccio’s, una cadena de restaurantes italianos bastante popular, y sin pensarlo dos veces allí que entramos, sin reserva y con la esperanza de encontrar un hueco. Sólo había que esperar 20 minutos, por lo que pasamos al bar y comenzamos a hojear la carta, y en esas estábamos cuando nos llamaron para darnos una mesa en el piso de arriba.
Carluccio’s Covent Garden es un sitio vibrante, con una decoración moderna, en blancos y rojos, un gran ambiente, y ubicado en un edificio espectacular. Los camareros, de diversas nacionalidades, son eficientes y bastante amables, y la carta es sencilla pero tiene suficientes cosas atractivas como para disfrutar de una comida agradable entre amigos o con tu pareja. No es que el sitio merezca alguna estrella Michelin, ni mucho menos, pero el nivel de su cocina, que está por encima de gran parte de los restaurantes de alrededor, y la decoración y ambiente, hacen que ésta sea una buena elección, y bastante ajustada de precio, sobre todo para estar en una de las zonas más turísticas de Londres. Además, tiene una fantástica tienda de productos italianos…
Plum Valley (20 Gerrard Street, Chinatown, W1D 6JQ). Otro dilema es el que se presenta cuando uno decide ir a comer a Chinatown. Años atrás me encantaba ir al enorme y baratísimo Wong Kei (41-43 Wardour Street), donde los camareros eran increíblemente bordes, lo cual formaba parte de la gracia del sitio, junto con lo de tener que compartir mesa con extraños. La comida no era nada del otro mundo, pero te reías un rato y comías por dos duros. Sin embargo, con marido e hijastrillo adolescente no era plan de jugársela.
Así que tras admirar todo el catálogo de pollos, patos, y otras aves indescriptibles de color rojo brillante que, cual cantos de sirena para los turistas, cuelgan de los escaparates de los restaurantes de la calle principal de Chinatown, y leer los menús expuestos fuera, nos decidimos precisamente por el único restaurante que no mostraba su interior, que no tenía pollos colgando, y cuyo dim sum parecía un poco diferente del resto. De hecho, lo que se veía por fuera era un gran cristal tintado de negro que apenas dejaba entrever el interior, y en lugar de tener aspecto de restaurante chino parecía un sitio bastante sofisticado. Todo en este restaurante decía: «soy diferenteeee, soy diferenteeee!!!!!» Nos tocó esperar un rato, mientras la dueña y sus hijas, todas monas y modernísimas, se afanaban en su trabajo. Finalmente pasamos al comedor, decorado de forma totalmente contemporánea, con lo que los ingleses llaman “mood lighting”, vamos, lo que viene siendo poca luz, y focalizada sobre cada una de las mesas, creando un clima íntimo y relajado. Ni rastro de decoración china. Ni de pollos colgando.

Foto: Londoneater.com
Y parece que acertamos en nuestra elección. La comida estaba bien ejecutada, y las raciones eran bastante generosas y bien presentadas. Tenían una amplia selección de dim sum, algunos bastante creativos y sabrosos, y el resto de platos no se quedaba atrás. Si a eso le sumamos que los camareros eran bastante correctos, lo cual en Chinatown es una lotería, y el servicio ágil, y que la cuenta fue el equivalente a unos 75 euros por tres personas, creo que la relación calidad/precio de este sitio es muy satisfactoria, y desde luego pienso volver la próxima vez para probar muchas cosas que se me quedaron en el tintero.
Union Jacks (217-221 Chiswick High Road, London W4 2DW). Este es otro de los inventos que el imparable Jamie Oliver se ha sacado de la manga. Unos preciosos restaurantes en los que se sirve comida británica “revisitada”. Así, se pueden encontrar los clásicos fish and chips, el Sunday roast (roast beef con todos sus aparejos), empanadas caseras, algún guisote… Hay tres sucursales en Londres, una de ellas en pleno Covent Garden, pero yo fui con mi amiga Silvia a la de Chiswick, que nos quedaba a unos minutos de casa.

Hay que decir que la decoración enamora, aunque la comida no tanto. Pero uno va allí para comer por fin en un restaurante de Jamie Oliver, qué narices. Como decía, el sitio es precioso, con un montón de detalles encantadores, e igualmente preciosa es la presentación de la comida, usando para ello tarros, cucuruchos de papel, platos antiguos… cosas que te hacen ver el mimo que se pone en todos los detalles. Buena música, una cerveza increíblemente deliciosa, staff bastante amistoso (a pesar de que fuimos súper tarde y pensábamos que nos iban a decir que la cocina estaba ya cerrada), pero la carta no me convenció tanto, y aunque lo que comimos no estaba mal, por el precio que se paga podría haber sido un poco más abundante. No me malentendáis, no es caro en absoluto, pero la pizza que allí cuesta 13 libras, habría costado 9 ó 10 en cualquier otro restaurante. En cualquier caso, disfruté muchísimo la cena con Silvia, y me encantó el ambiente totalmente retro del sitio. La próxima vez iré a algún Jamie’s Italian, para ver cómo maneja la cocina italiana, que por lo que veo en sus programas en la tele, es su auténtico fuerte.
The Anchor (34 Park Street, Bank End, Southwark, SE1 9EF). Guille, adolescente de libro apasionado por las armas, buques de guerra y demás parafernalia militar, tenía como principal objetivo de su viaje ir al Museo de Guerra Británico (Brithish War Museum), así que allá fuimos una mañana bien temprano, para aprovechar el tiempo. Mala suerte, cerrado por motivo de la celebración de un evento. Así que nos dimos un salto al Borough Market, del que ya hablaré en otro post, y después pateamos la zona. Y anda que te anda, fuimos a parar al The Anchor, un pub súper turístico que siempre ves cuando vas en barco por el Támesis. Y decidimos entrar a echar un vistazo, pues desde fuera tenía una pinta magnífica. Y en vista de la pinta y del ambiente, decidimos quedarnos y disfrutar de un almuerzo de pub. Cayeron, cómo no, las típicas salchichas con puré de patatas y gravy, una salsa muy sabrosa que redondea el plato, y fish and chips, un enorme trozo de bacalao rebozado con patatas fritas, guisantes salteados, salsa tártara, y pan con mantequilla. 
La comida no fue nada del otro mundo, pero después de una buena pateada, y con el frío que hacía, se agradecía mucho un sitio acogedor donde poder tomarse un respiro. Eso sí, con el postre me teletransporté a mis tiempos londinenses de antaño. Me comí yo solita un sponge pudding with custard (un bizcocho caliente bañado con sirope de arce bañado por natillas calientes con aroma de vainilla) que me aportó calorías para el resto del viaje.
L’Eto Caffé (155 Wardour Street, Soho). Un pequeño y moderno café, de estos que proliferan por todas partes, con varias sucursales en Londres, y con un escaparate abarrotado de dulces cada cual más suculento, que fue el motivo por el que entramos, pero oh, man, ¡qué tartas! Yo concretamente tomé una porción generosa de Honey Layer Cake que a medida que me la iba comiendo iba rezando para que no se acabara. Y Alfredo también disfrutó muchísimo con su elección. Además de dulces, tienen ensaladas, crepes, croissants rellenos, eggs benedict, sándwiches, zumos, batidos, tés de todo tipo, lassis (yogur líquido indio)… Muy recomendable para hacer un alto en el camino y reponer fuerzas, a cualquier hora del día. Y encima, justo en la puerta de al lado, una de las sucursales de la famosa Hummingbird Bakery…
Yauatcha (15-17 Broadwick Street, Soho). No puedo negar que nos gusta la comida asiática, y especialmente los dim sum chinos. En Madrid vamos siempre a Don Lay (Paseo de Extremadura 30), que tiene un dim sum espectacular y hecho allí y a mano. Pero queríamos probar cosas nuevas y habíamos oído que aquí podíamos encontrarlas.
Yauatcha es un restaurante precioso, con dos ambientes totalmente diferenciados: la planta calle es luminosa y bulliciosa, mientras que la planta baja es más oscura e intimista. En ambos casos, la decoración es excelente, creando un ambiente muy chic que atrae a mucha gente guapa y alguna no tan guapa pero que se pirra por las pequeñas delicias chinas.
Y a lo que íbamos, dim sum tienen para parar un tren, y separado en la carta según vaya frito, cocido, horneado, al vapor… Además hay muchos otros platos, y tantas opciones atractivas que cuesta trabajo elegir. Y no tomamos postre, pero he leído después que parece ser que en este sitio son absolutamente espectaculares.
La relación calidad precio es muy buena, y es uno de esos sitios en los que es imprescindible reservar para cenar, y también para comer los fines de semana. Muuuy recomendable!
Algunos tips:
Taxis privados: Si vais a Londres y queréis ir en taxi al hotel, no cojáis un black cab. Es mucho mejor llamar a alguna compañía de taxis privados. Por unas 45 libras, tienes al conductor esperándote en Heathrow con un cartelito con tu nombre, que te lleva a pleno centro de la ciudad. Muuucho más barato que un taxi tradicional. Yo contraté a www.tstcars.co.uk
Cambio de moneda: yo no lo he probado, pero dice mi amigo Carlos que el cambio más barato lo da Marks & Spencer. Cobran cero comisión, puesto que lo contemplan como un servicio a sus clientes, y no como un área de negocio. Será cuestión de hacerlo en el siguiente viaje…
¿En qué zona alojarse? Hay varias zonas muy agradables, como Notting Hill o Bayswater, y alguna otra zona conveniente como Marble Arch o las calles paralelas por encima de Oxford Street, pero esta vez nos hemos quedado en la zona de Tottenham Court Road, y ha sido un acierto, pues estás al principio de Oxford Street, junto a Covent Garden y Soho, junto al British Museum, con una de las paradas de metro mejor enlazadas, y con muchísimos autobuses pasando hacia muy diferentes destinos. El hotel elegido, Morgan Hotel. Sencillo pero con todo lo necesario, y el personal es encantador y dispuesto a ayudar en todo lo necesario.
¿Y para moverse? Sin duda alguna, la Oyster Card, que se adquiere en cualquier newsagent (hay que pagar un depósito de 5 libras que te reintegran si devuelves la tarjeta), y que puedes ir cargando con bonos de transporte de uno o varios días a un precio más ventajoso.
Artículos relacionados
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Debe estar conectado para enviar un comentario.