Ando mustia. Y no es para menos, he empezado un régimen, y aunque no es de los duros durísimos, sí que echo en falta comer «cosas ricas»: ese trocito de bizcocho por la noche, cuando entra el gusanillo mientras ves una peli, o desayunar un sandwich mixto con extra de queso, o salir a tapear y pedirme una de morcilla de Burgos bien churruscada. A ver, que levante la mano quien se sienta idendificad@
Y es que estamos casi todos igual. Qué año de pena, esto de tener un blog gastronómico es mal negocio para las caderas. Pero y lo bien que nos lo pasamos dándole a la mandíbula…
Aunque tarde o temprano llega el correctivo, que suele ser cuando dejas de soportarte a ti misma frente al espejo, y cuando empiezas a gritar ¡NOOOO! cuando alguien pretende hacerte una foto. Aaaay, la foto… Así, intentas hacer la tortuga (ahí, bien adelantada la mandíbula para que no se note la papada), te medio escondes detrás de la gente, y te inventas excusas de todo tipo para no salir en esa dichosa foto: es que tengo el pelo sucio, es que he dormido mal y no quiero salir con estas ojeras, es que no tengo ningún interés en hacerme una foto con Darío Barrio a un lado y Jordi Cruz al otro… Ya. El cuento me lo sé muy bien, igual que muchos de vosotros. Así que llega un momento en que una decide tomar las riendas de su voluntad y plantarse ante la báscula, con mayor o menor empeño, pero por lo menos lo intenta.
Y claro, una empieza muy animada con el pollo y la lechuga, pero llega un momento en que ves un filete de pollo y se te pone la piel de gallina. Y es que las dietas, si no se planifican, son muuuuuyyyyy aburridas! Se sufre más de aburrimiento que de inanición, por lo que hay que estrujarse un poco la neurona e intentar poner en la mesa algunas soluciones apañadas y resultonas, para alegrar un poco el tránsito por este valle de lágrimas que es el desolador viaje del régimen.
Y en estas, que me acuerdo de una trucha que preparé una vez y que, ¡milagro! apunté los ingredientes con los que preparé la mezcla de especias. Es una receta para nivel preescolar, que está lista en el tiempo en que algunos tardan en fumarse un cigarro (yo lo dejé en enero, y sufrimiento cero), y que hace que la trucha coja una vidilla muy interesante. Así sí. Así las cosas son más divertidas. Es que el papillote y el escalfado ya me matan. Un poquito de rock&roll, no?
Ingredientes
- 1 cucharada de pimentón
- 2 cucharaditas de mostaza seca en polvo
- 1 cucharadita de comino en polvo
- 1 cucharadita de cayena en polvo
- 1 cucharadita de pimienta negra
- 1 cucharadita de pimienta blanca
- 1 cucharadita de tomillo seco
- 1 cucharadita de sal extra fina
- Mantequilla
Elaboración
Derrite un buen pegote de mantequilla en el microondas.
Pon una plancha de fondo grueso a fuego fuerte.
Lava el lomo de trucha y sécalo bien con papel de cocina. Con el lado de la piel hacia arriba, pincélalo con la mantequilla derretida, y espolvoréalo de la mezcla de especias ayudándote de un colador (pon la mezcla en el colador y da golpecitos sobre la trucha, para que caiga una fina lluvia de especias que recubra toda la superficie).
Cuando la plancha esté bien caliente, pon en ella la trucha con la piel hacia abajo, y presiona unos segundos. Verás cómo encoge ligeramente.
Mientras se hace por ese lado (un par de minutos), pincela la otra cara de la trucha y vuelve a cubrir con especias. Dale la vuelta y termina de hacer, otros dos minutos más o menos, en función del grosor del pescado.
Sirve en un plato, y vierte por encima un par de cucharaditas de mantequilla derretida.
Nota: Tendrás que poner el extractor de humo o abrir la ventana, porque genera mucho humo. Pero el resultado es delicioso, merece la pena!
Te sobrará seguramente mezcla de especias para otra ocasión. Guarda el sobrante en un recipiente hermético pequeño, se conservará durante meses.
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